Ya sé que es más cómodo cauterizarse el alma, pero no sé como se hace. Lo intenté tantas veces.
Si lo hubiera logrado esa mirada de princesa no podría conmoverme. Ni sus abrazos apretados a mi cintura. Los desafíos de gladiador infantil me serían indiferentes. Los relatos de una vejez ya sin brújula pasarían a mi lado como sombras. La rabia adolescente y tierna de esa mitaddemicorazón sería menos que un susurro de abeja. La voz fraternal de una de mis heroínas no llegaría a temblar contra mis tímpanos.
Sería cómodo, sí, que las esquirlas de ese eterno tiroteo vano no me alcancen.
Pero me quedo. Son metralla por nada, para nada, abando nada.
XYZ
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