Lo bueno de evitar las cronologías es esta posibilidad de reencontrarse con palabras guardadas, a las que el tiempo reedita por cuenta propia [000 hace días, cuál será mañana?].
Algo de uno mismo permanece atemporal, no como los monumentos a los que hay que cuidar y rendirles homenaje cada tanto para que no cambien, para que nadie olvide. Esa atemporalidad que señala un ser-en-el-mundo dinámico y enriquecido. Y es un buen reencuentro.
XYZ
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