Lispector decía que había que escribir distraídamente para conseguir pescar algo de eso que contínuamente se escapa, lo que contínuamente está escurriéndose por las hendiduras del lenguaje, servidor más habitual de la racionalidad y el orden.
Pescando entonces, encuentro apenas una sensación difusa de impotencia, de destiempo. Y el rebote violento de las palabras no dichas. El filo del silencio es tan fraterno a esta altura como un compañero de cautiverio.
XYZ
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