miércoles, 28 de abril de 2010

naturaleza in humana

Es un misterio la tan mentada naturaleza humana, si existe tal cosa.
A pesar de la insistencia durante siglos en afirmar la capacidad racionalizadora del hombre, a veces citada para justificar su capacidad de cálculo y especulación, otras veces para acusarlo de un exceso de categorización, y también para erigirlo rey del acto creador de una divinidad finalmente indiferente. Eticamente necesitamos apelar a ella para convencernos de que tomamos decisiones, de que somos responsables por ser libres, de que podemos evaluar el mejor medio para un fin, y que eso significa algo totalmente distinto de actuar instintivamente. Por todas partes sigue estando el concepto, incluso entre aquellos que exaltan una suerte de irracionalidad indomable, como si la razón fuera sólo un invento de filósofos dogmatizantes.
Y, entonces?
A pesar de todo algo hay que nos limita y nos especifica. Que sea naturaleza, y humana, siempre está por verse.
¿De verdad somos más previsibles de lo que admitimos? ¿O somos una cajita de sorpresas?
No sé qué prefiero.
Algo me dice que la sola búsqueda de una explicación nos condena a esto, el animal racional, la naturaleza caída, el ser arrojado en el mundo; ni ángeles ni demonios.
O ambos.

XYZ

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